domingo, 16 de noviembre de 2008

Siempre Baroja (II)

Es asombroso cómo similares pensamientos acuden sin ser llamados. Es como si estuvieran tan llenos de enegía que atraen a sus congéneres para darle a una más a qué dar vueltas. Hoy me he encontrado con esta reflexión, que continúa jugando con la idea de la pérdida de aquí abajo y habla de la necesidad de lo eterno para aferrar nuestra existencia a esta vida. Cuando el cielo vuelve a despegarse, aparece Baroja.

No sé por qué parecen llenas de mágica melancolía las cosas pasadas; no se lo explica uno bien; se recuerda claramente que en aquellos días no era uno feliz, que tenía uno sus inquietudes y sus penas, y, sin embargo, parece que el sol de entonces debía brillar más, y el cielo tener un azul más puro y más espléndido.

Uno quisiera que las personas y las cosas relacionadas con nuestros recuerdos fueran eternas, pero nuestra existencia no representa nada en la corriente tumultuosa de los acontecimientos. Allí teníamos un amigo..en aquel rincón fuimos felices..nuestra felicidad o nuestra amistad tienen poca importancia.

Siento, al pensar en esto, un profundo terror, como si la vida se me escapara en un momento de desmayo. La inanimidad de las cosas me conturba; la esperanza me falta. Yo quisiera que mi espíritu fuera como el ruiseñor, que canta en la noche negra y sin estrellas, o como la alondra, que levanta su vuelo en la desolación de los campos, y no el pájaro herido que se viene a tierra velozmente..


Las inquitudes de Shanti Andía. Libro tercero, La vuelta al hogar. Pio Baroja

2 comentarios:

Agurdión dijo...

Todo lo que dices, aquí y en el post anterior, me resulta un complemento perfecto a todo lo que yo he dicho (después que tú y sin siquiera saberlo) en mi blog. "Las cosas, por el hecho de existir, dice la poeta, llevan impresas el germen de la pérdida."... se trata del mundo melancólico en torno al cual giro constantemente, no en vano la memoria es la protagonista de mi blog. Es posible que cada uno de nosotros tengamos diferentes recetas para enfrentarnos a este problema; pero lo que a mí me ilusiona es haber encontrado a alguien que ha reconocido el mismo problema. O quizá es mejor decir que tú me encontraste a mí, seguramente por una inquitud similar. La referencia que has hecho a un objeto tan efímero como una entrada de concierto, me hace pensar que hablamos de lo mismo. No obstante, pareces tener una determinación distinta a la mía cuando tomas la decisión de deshacerte de lo inútil. Espero que me sigas haciendo pensar. Un abrazo.

Magari dijo...

La idea del blog es maravillosa pero no avisa cuando llega un nuevo comentario. Con el instinto maternal de mamá pato reviso mis entradas para vigilar que no se me pierdan los patitos y me acabo de encontrar con tus palabras. Es tan sencillo y natural leer tus reflexiones sobre este asunto que a veces lo siento como un trabajo en equipo, porque es un tema tan amplio, juega tanto el papel de la memoria y los recuerdos, que muchas cosas se me pierden y las encuentro en tu página. De todas formas, no tengo ni idea de cuál es el hilo argumental de mi blog; de hecho, no creo que pueda considerarse un blog, ni por asiduidad ni por intenciones. Desde hace años me redescubro a mí misma en lo que escribo, a veces primero lo escribo y luego lo pienso. Somos cazadores de nuestras propias ideas, y pienso que ellas nos enseñan a darnos cuenta de lo que somos. Por eso me gusta tener a mano una red, para poder capturarlas sin dañarlas, sin que pierdan excepciones.

La entrada del concierto..en un bolsillo lateral de mi bolso:) gracias por tus palabras, un abrazo