sábado, 27 de septiembre de 2008

Hasta Siempre, Butch Cassidy


Persiguiendo su mirada me adentré en el mundo del cine, haciéndome creer que todos los actores serían maravillosos y todas las películas fantásticas. Más tarde supe que era él, insólito, hermoso y penetrante, quien lo hacía posible . Lo encontré siendo muy niña y qué fortuna recorrer mi vida con él y su trabajo. Su carcajada al borde del precipicio irá siempre conmigo.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Comunicación


En la universidad han contratado a un traductor en lengua de signos para hacer de intérprete del profesor a un alumno sordomudo. Traduce la lección hablada, y cuando el profesor comienza a irse por las ramas, el intérprete cierra y abre la mano haciendo una pinza con los dedos, y gesticula “bla, bla, bla” con cara de aburrimiento, momento en el cual toda la clase suelta el bolígrafo y cierra sus cuadernos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Un ramito de Cecilias


De pequeña, la cantante Cecilia era una más en nuestros trayectos familiares en coche. Todos gritábamos a garganta partida los estribillos de sus canciones. Yo, aun sin entenderla del todo, me quedaba fascinada por sus letras, por lo que decía, y sobre todo por el temple y la calidez de sus melodías. Parecía que las palabras fuesen brotando de su mente de forma natural para contar historias complejas, de vidas frustradas, sueños rotos, pero también de amor y optimismo hacia una tierra que amaba. Un año decidí llevarme el cassette a mi casa porque me había enganchado a la suavidad de sus letras, y aunque no comprendiese muchas palabras, estaba realmente emocionada con sus canciones. De alguna forma la adopté como mi hermana mayor, mujer experimentada, serena y madura. Desde el primer momento en que la conocí, supe que estaba muerta. Murió en un accidente de tráfico. Nosotros cantábamos sus canciones en la carretera, recordándola, y gritando sus canciones de amor a su tierra la sentía renacer. Su energía se metía como un calambrazo en mi cuerpo, y entonces yo cantaba todavía más alto, cantaba por las dos. Este año me enteré que murió con 27 años. La hermana mayor, mi referente, ese alguien a quien aspirar en un futuro, resulta que se murió con mi edad. No puedo creer que haya escrito esos versos tan hermosos y maduros siendo ya más joven que yo. No entiendo cómo pudo haber consolidado su elaborado tono de voz en lo que realmente significaba todavía el despunte de su carrera. Me asombra y emociona, por lo que siempre significó para mí. Creo que es injusto decir que vivió deprisa. Su tiempo transcurrió a la misma velocidad que el de todos los que tenemos su edad. Ella valía para llegar así de lejos tan joven, y tendría el mismo derecho de seguir manejando su vida, a su ritmo, como el que tenemos nosotros.

Dicen que viajando es como mejor se conoce a las personas. Así fue como conocí yo a Cecilia, en nuestros sucesivos viajes, y quizás por ser tan pequeña entonces tengo hoy tan vivas sus canciones, como las palabras de una hermana mayor. Gracias a internet la conozco ahora más allá de la foto deslustrada del cassete. Y me impresiona muchísimo verla, la imagen de alguien que siempre estuvo en mi vida con sus bonitas canciones pero que nunca he llegado a conocer. Resulta que tenía una cara, y es más, se movía.

Sus letras visitan mi mente desde niña. Es posible ponerse a reflexionar en cada uno de sus versos. A lo largo de los años he logrado descifrar muchas de sus palabras, pero aún me queda por conocer algunas. Es que aún soy muy pequeña..me pregunto si algún día seré tan mayor como Cecilia para lograr entenderla del todo.

Arroutada


Sé que no es el mejor momento para meterme en estas historias. Comienzo nuevos proyectos, me vienen encima nuevas responsabilidades, y no voy a tener apenas tiempo de respirar, es decir, de escribir, de evadirme. Pero lo cierto es que mi mente va por delante de mis intenciones y las arrasa sin ninguna contemplación. Desde hace tiempo da por hecho que escribo una página, y me encuentro sentada delante del ordenador, buscándola. Una arroutada de la mente, como tantas otras jugarretas. Se la concedo, al fin. Esta experiencia me acompañará de manera limitada, hasta cumplir el antojo de mi mente y mis ganas de escribir. Me pregunto además qué se piensa que pueda contar. Mis experiencias son reducidas, las conocéis, con las neuronas ramificadas en el trabajo y dispersas fuera de él, pero sin el conocimiento ni la seguridad de crear ningún tipo de dogma que merezca ser leído. Ni ganas. Lo cierto es que echo de menos hablar con vosotros y analizar el mundo a nuestra manera. Los días son intensos, la realidad cambiante, y son muchas las historias que se merecerían un momento de reflexión a vuestro lado. Cuando esta etapa termine y me pregunte qué he aprendido en estos años, quiero pensar que he vivido las pequeñas cosas y que he compartido mi tiempo con la gente que me importa. Muchos estáis lejos, y aunque de palabra nos contemos cómo nos va todo, este invento ayuda también a acortar distancias y decir que aquí estamos, que seguimos viviendo, que seguimos siendo los de siempre. Por aquí andaré, para los que queráis saber de mí. Bienvenidos viejos y nuevos conocidos.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Cruce de caminos


En el colegio aprendimos a solucionar ecuaciones matemáticas. Signos aritméticos se abrían ante nuestros ojos inexpertos, y a base de esfuerzo y dedicación, adquiríamos una metódica para dar identidad a la suplicante X que no sabía la pobre por dónde le venía el aire. El mundo está lleno de ecuaciones que flotan en el aire, y en cada una de ellas se materializa una vida entera. Nuestras experiencias se acumulan en números que se suman y restan cerrados en paréntesis, que se multiplican por acontecimientos y que a veces se dividen. En el medio, una frágil X abrumada por tanto enredo. Una incógnita que no halla solución. Creemos conocer su identidad en un borrador inicial, que se diluye con el primer golpe de realidad. Quizás nos lleve tanto como la vida encontrarla y saber quién somos, porque las nubes cambiantes hacen sombra en el camino y la ecuación se vuelve a veces oscura e insondable. Creo que esta travesía es nuestro mejor viaje, y vale mucho la pena vivir siendo una X nutrida por el cariño de los nuestros, lanzada al mundo y que busca, en definitiva, acabar por conocer su identidad. Hagámoslo entre todos antes de que el cielo se acabe despegando. Feliz de encontraros en el camino.