viernes, 27 de febrero de 2009

Caro Rino

Llegaste un otoño y te marchaste en verano. Yo te conocí un invierno de temporales en el que se hacía difícil salir de casa. Hacía tiempo que cantaba il cielo é sempre piú blu y me sabía tu nombre, solo eso. Hace unos meses me llamaste, me gritaste con fuerza. En youtube te encontré, tiré del hilo y fueron saliendo canciones esculpidas en el mármol blanco de aquellos genios que te pasaron el testigo. Pronto supe más de ti. Naciste en Calabria, en Crotone, y de niño te fuiste a vivir a Roma por el trabajo de tus padres. A ti te gustaba el teatro, y puedo imaginarte haciendo de Estragón como tú nos contaste. Abriste la mano a la música para acercarnos la vida. En tus canciones geniales encuentro la esperanza de que pase lo que pase, las cosas tienen sentido. Interpreto tu música como la vida que fluye, de forma natural, y lo veo a través del río de la ironía, de lo absurdo, de elementos sencillos de los que te vales para construir un mondo diverso en el que todo tiene sentido, con tu sombrero de copa. Encontraste tu espacio en la sociedad italiana de los setenta siendo tú mismo y con el valor, o la naturalidad, de analizar lo que veías. Todo lo que cantabas entonces está ocurriendo ahora y tu legado rompe con la fuerza de las olas, casi treinta años después de haberte perdido. Me pregunto cómo sería la actualidad italiana si estuvieras con nosotros. Muy distinta. Serías la voz de la cordura y del sentido común, y todos estaríamos locos por ti y seríamos más felices. Y seguirías tan hermoso. Te fuiste a México y te interesaste por su cultura y su lengua, y de forma majestuosa nos regalaste tu introducción al castellano en algunas de tus canciones.

Nos diste tanto y pediste que te salváramos la vida. Nos tendiste la mano cinco veces. Cinco veces te tuvimos en nuestros brazos, y dejamos que te marcharas, el 2 de junio de 1981. No puedo entender qué es lo que pudo pasar, solo espero que perdones nuestra ingratitud e ignorancia de dejar que te fueras. Eras tan maravilloso que se fijaron en ti y te separaron muy pronto de nosotros, dejándonos vacíos.

El amor viene como no te lo esperas. Desde luego, nunca de esta forma. Has creado en mí un torbellino de emociones. Estoy alegre porque estás presente con toda tu fuerza y te estoy conociendo. Triste, porque pienso en tu muerte, cuando yo apenas había nacido, y aunque tu vitalidad supera ese tropiezo de que no estés con nosotros, se me encoje el corazón cuando pienso que te has ido.
No entiendo porqué nos lo han tenido que contar, porqué no se dice que está ahí, que sus canciones son de hoy, y que actualmente está preparando un nuevo disco. Guardemos esa ilusión a las generaciones futuras, que le escriban cartas, como yo en este momento, con la emoción de que él las leerá. A mí de nada me ha servido saber que ha muerto. Será verdad que nadie podrá cruzarse con él por la calle, que haya decidido no conceder nuevas entrevistas, que no oiremos una nueva carcajada suya, pero sigámosle cuidando como si estuviera, con la emoción que nos puede colmar el sentir que vive dentro de nosotros, como así lo hace.
El cielo no se despega, il cielo é sempre piú blu .

Hasta siempre, querido Rino.

domingo, 15 de febrero de 2009

Estaciones

Decía Borges que la amistad no necesita frecuencia, el amor sí. Entonces, yo debo de tener unos cuantos amantes

miércoles, 11 de febrero de 2009

Instinto


Litros de leche para los niños de Sierra Leona

martes, 3 de febrero de 2009

Crisis

El vendaval atmosférico ha dejado una total desubicación cosmológica de sentimientos que comienzan a cargarse de electricidad. Donde tendría que estar el amor hay continuas rupturas dialécticas. Donde debería encontrar un desahogo crecen lagunas creativas. En oleaje también está llegando la moda de una entonación al lenguaje para enfatizar retahílas, exprimida por algunos medios de comunicación (a dónde vas, manzanas traigo) que se me hace molestísima, casi tanto como el graznido que emiten los platos del comedor cuando los asesina el serrucho del cuchillo. Se clava en las encías y estalla los tímpanos .

Tranquilidad es olvidarse de que el viento nos empuja con su mano y que nuestra maleta podrá ser nuestro único hogar. Son tantas las cosas que suceden en el día..tan distintas entre sí, relacionadas sin saberlo por un mismo golpe en el tiempo y espacio, que almacenaremos en la mente en categorías varias siguiendo quién sabe qué lógica racional o no, y que volverán a nosotros decoradas por todas nuestras imprecisiones.

Es difícil plantearse una tarde de estudio llegando a casa a las seis de la tarde sin habérselo propuesto. Es válida la intención mañanera de afianzar las ideas con horas de dedicación en casa . No es agradable tener que decirle a nadie lo que tiene que hacer en su trabajo, aunque haya gente que espere ser educada. Es necesario llegar a casa y soltar los lastres en cada paso por el pasillo para tumbarse libre en el sofá. Es curativo liberar la mente y dejar que se mueva ligera y a su aire como pajarito que picotea libre por las teclas del portátil.